Para esta ocasión el artista presenta una puntual selección de obras que destaca un par de los varios ejes que articulan su trayectoria artística. Desde el año 2009 Rodríguez Sepúlveda ha trabajado con dinero como materia prima secundaria de su proceso artístico. Tal definición es reciente y denomina recursos que son resultado de un primer proceso de transformación para fines económicos y pueden utilizarse en un nuevo proceso de producción. Eso es lo que el artista ha hecho de un modo consistente con monedas acuñadas y el papel moneda.
Las expresiones materiales del dinero operan por convención, es decir, son signos, los sustenta un valor simbólico que respalda su necesidad económica. Monedas y billetes no son únicamente manifestaciones del valor de cambio, son también signos, lo que hace posible interpretarlos, reinterpretarlos y recircularlos, ahora como representaciones artísticas que pueden seguir su participación en el mercado.
La transformación material de billetes y monedas que se integran a dibujos, pinturas, grabados, e incluso materiales básicos del trabajo artístico como la tinta, insiste en que la traducción de valor a otro circuito simbólico no es una pérdida sino una ganancia. Este proceso nos lleva a una zona de indeterminación por demás controvertida puesto que la transformación del dinero en otro bien que no sea su expresión económica es cuestionada como una transgresión al sistema que apuntala. Esta condición también le interesa al artista ya que pone sobre la mesa el valor del trabajo del artista, el cual es invisibilizado y supeditado a su expresión material, la obra de arte.
El otro eje del trabajo de Miguel Rodríguez Sepúlveda está sintetizado en un múltiple que, a pretexto de una publicación, reúne algunas obras de su primera etapa, todas ellas alteraciones físicas temporales, perturbaciones del cuerpo en zonas de las cuales se extraen marcas de identidad de uso institucional. La región del antebrazo, el pulgar, la palma de la mano son marcados de tal manera que alteran la huella digital o expresan códigos y sentencias asociados a la condición individual que manifiesta, en el pensamiento occidental heredado de la Modernidad, la plena ciudadanía, o mejor dicho, el derecho a ostentarla.
Integrados al múltiple como facsimilares, el artista hace un guiño a los procesos tradicionales de la gráfica, salvo que es el cuerpo la matriz en la cual se han contenido códigos y mensajes, ahora impresos en un nuevo sustrato, otra piel, mediante procesos digitales.
Irving Domínguez, en Nextlicpac de Iztapalapa, Ciudad de México, febrero del 2022.