Cuando Pauliño pasó por CDMX recogiendo el polvo de Latinoamérica en sus pies vestidos únicamente por unas sandalias mientras recorría por tierra todos los países, se quedó en nuestro departamento.
Se bañaba en la tina con un banquito y bolsas de plástico en los pies para evitar lavarlos y perder lo ganado durante la travesía.
A veces Fer lo obligaba a bañarse más seguido y sí lo hacía. Pero con las bolsitas en los pies 🙂
Tomó como base CDMX para ir y venir a varios países y siempre volvía a casa con nosotros.
En una de esas se fue y dijo que regresaba a Guatemala por una combi y un cargamento de plátanos para llevar a vender a Art Basel Mami.
Luego fue el escándalo de que una coleccionista de arte patrona de esa feria se le comió un plátano. Algo así.
También de una conocida persona que habla de arte que se ofendió, para variar pues es lo único que hace ella, por el furor que causaron sus plátanos.
Regresó a casa, hicimos y comimos pan de queso con harina de yuca que conseguimos en el barrio chino a un par de cuadras.
En el estudio hizo un performace / instalación efímera con palomitas de maíz. Yo sigo buscando fotos de eso, si tienes fotos por favor contáctame.
A los pocos días finalmente se fue a NY más cargado de costras de Latinoamérica en sus pies y nos dejó de regalo esta casita hecha de alambre recogido de la calle por ahí, cómo buena parte de las cosas que cargaba en su costalito.
En la mudanza durante la pandemia viajó en una caja hecha especialmente para protegerla.
Hace poco me dijo que viene antes de diciembre a visitarnos a Monterrey.