En esta pieza se continúa la experimentación con el pigmento que portan las cenizas humanas, iniciado con la obra Juanito.
A través de un anuncio clasificado publicado en el año 2008 en Cali, Colombia; el artista solicitó a la ciudadanía la donación de reliquias corporales de sus difuntos para formar nuevas obras. Llamado que fue bien respondido por los familiares de doña Rosa, recién cremada, con cuyo cuerpo trazó paisajes tropicales. Para la familia, dibujar paisajes idílicos del campo o del trópico con las cenizas representaba un regreso simbólico a la tierra de la cual fue despojada durante el periodo de violencia de los años 50 ́s y 60 ́s y que es un antecedente del actual conflicto armado en Colombia.
En este diálogo con el territorio, se logran diversos niveles de lectura. Nos podemos enfrentar al vacío de la muerte y la necesidad de perdurar, y al mismo tiempo a la fuerte carga emotiva que representa lo rural y el acercamiento a este final como parte natural de la vida.
La serie consta de aproximadamente 5o dibujos de 25×20 cm cada uno.