El no se llama Miguel
Identidad. Leyes de (in) certidumbre y dislocación
Dentro de la vasta producción de arte contemporáneo en nuestro país, podemos trazar ya un mapa de temas y preocupaciones que se van dando en los diferentes lenguajes. Si la identidad y el cuerpo ocuparon una parte fundamental de la década de los años noventa y luego, más tarde el viaje y la ruptura de la heterotopia marcaron otro de sus senderos, la obra de Miguel Rodríguez Sepúlveda utiliza de manera discreta pero efectiva un conjunto de ideas presentes en varias temáticas de nuestro tiempo.
Para nadie es importante que Miguel Rodríguez Sepúlveda haya nacido en Tampico, Tamaulipas y que haya crecido en Cerro Azul, Veracruz y que estudiara arquitectura en Monterrey, Nuevo León, después de haber recorrido una amplia gama de escuelas y carreras en la Sultana del Norte. Pero lo que sí es importante es que fundara la Jaiba Encabronada con otros artistas de Tamaulipas, el proyecto cultural de Departamento 3 y la Maicdriguera para albergar varias exposiciones con mucha dignidad y pocos recursos. Desde que decidió embestir la carrera de artista, se enfrentó al típico proceso de aprendizaje entre lo que quería decir y cómo decirlo, lo que se tradujo en la utilización de su cuerpo como zona de combate y en la dislocación de su historia personal como eje motor de su trabajo.
En los últimos cinco años, Miguel Rodríguez Sepúlveda ha articulado un conjunto de obras que se han podido admirar en los museos más importantes de la ciudad de México, Guadalajara, Jalisco, y por supuesto, Monterrey, Nuevo León por no mencionar su participación en las muestras colectivas allende nuestras fronteras. Lo cual se traduce en que diferentes espectadores tienen una perspectiva poco objetiva del conjunto, al grado de que podrían jurar él no se llama Miguel.
Por este motivo, nos atrevemos a ofrecer el proyecto curatorial: El no se llama Miguel una exposición individual de Miguel Rodríguez Sepúlveda para el Centro Nacional de las Artes de Monterrey, Nuevo León en donde se mostrará un conjunto de su obra donde el artista aborda temas tan incómodos como las leyes de (in)certidumbre, el cuerpo como objeto de venta y explotación y por otra parte, la dislocación de la identidad y la historia. El conjunto de obras consta de 22 piezas, dividido en 12 fotografías o series fotográficas, seis videos, tres acciones interactivas y un libro-objeto.
Carlos Aranda Márquez
Septiembre 13, 2004